OTELO- WILLIAM SHAKESPEARE
Otelo, el moro de Venecia
Escrita hacia 1604 y probablemente representada el mismo año,
esta tragedia en cinco actos en verso y en prosa de William Shakespeare se publicó en cuarto en 1622,
en folio en 1623 y nuevamente en cuarto en 1630 y en 1655. El texto de la
primera edición en cuarto presenta notables diferencias con la de 1623, hasta
el extremo de que quedó justificada la hipótesis de que los editores utilizaron
manuscritos distintos; por ello las ediciones modernas suelen tener en cuenta
ambas versiones.
a fuente de esta tragedia
es la séptima novela de la tercera década de los Hecatómitos de
Giambattista Giraldi Cintio, con la diferencia de que, en la novela, el capitán
moro y el alférez carecen de nombre. No se sabe con certeza si Shakespeare se
valió del original italiano de Giraldi Cintio o bien de la traducción francesa
de Gabriel Chappuys, publicada en París en 1584.
Se ha emitido una
hipótesis identificando al moro Otelo con el patricio Cristoforo Moro, que fue
lugarteniente en Chipre en 1508 y que perdió a su mujer en el viaje de regreso
a Venecia; otros autores creen que se trata del "capitán moro" (en
realidad un italiano del sur) Francesco da Sessa, que a fines de 1544 o
principios del año siguiente fue condenado en Venecia a galeras por los
rectores de Chipre, por un delito no especificado.
El argumento
El moro Otelo, general al
servicio de Venecia, ha conquistado el amor de Desdémona, hija del senador
veneciano Brabantio, relatándole sus gestas y los peligros por los que pasó; y
luego se ha casado con ella. Brabantio le acusa ante el Dux de haber hechizado
y raptado a su hija; pero Otelo explica de qué manera conquistó lealmente el
corazón de Desdémona, y Desdémona confirma su relato.
Mientras tanto llega la
noticia de que es inminente un ataque de los turcos contra Chipre, y se pide la
colaboración de Otelo para rechazarlos. El senador Brabantio, de mala gana,
cede su hija a Otelo, que inmediatamente parte con ella a Chipre. El alférez
Yago, que ha sido sustituido en el cargo de lugarteniente por Casio, siente un
odio profundo hacia Otelo. Yago ha oído rumores de que Otelo ha yacido con
Emilia, su esposa y camarera de Desdémona.
Se ha afirmado, no sin
razón, que el siniestro Yago es el verdadero artífice de la trama. En un primer
momento, Yago logra desacreditar a Casio ante Otelo, haciendo que Casio se
emborrache y turbe la paz pública. En ello le ayuda Rodrigo, que ama, sin ser
correspondido, a Desdémona. Caído en desgracia y privado de su grado, Casio es
inducido por Yago para que ruegue a Desdémona que interceda en favor suyo;
simultáneamente Yago hace nacer en el ánimo de Otelo la sospecha de que su
esposa le engaña con Casio.
La intercesión de Desdémona en favor de Casio parece confirmar
las sospechas y suscita en Otelo unos furiosos celos. Yago se las ingenia para
que un pañuelo que Otelo le había dado a Desdémona como preciosa prenda
(pañuelo recogido por la criada Emilia cuando su señora lo había perdido) sea
hallado en poder de Casio. Otelo, cegado por los celos, estrangula a Desdémona
en su lecho.
Poco más tarde, Casio, al
que Rodrigo había de dar muerte por instigación de Yago, es hallado herido.
Pero a Rodrigo, herido por Yago para evitar que su plan sea descubierto, le
hallan unas cartas que prueban la culpabilidad de Yago y la inocencia de Casio.
Otelo, fulminado por el descubrimiento de haber dado muerte a su inocente
esposa, y tras haber hallado, con motivo del derrumbamiento de su mundo, su
lucidez mental, se mata estoicamente como castigo.
La tragedia de los celos
El salvaje poder
destructivo de los celos es el tema central de esta tragedia de ritmo
acuciante, sin respiro; un hecho de crónica negra que Shakespeare rodea con
toda la riqueza verbal y la sutilidad conceptual de un seiscentista para
penetrar en la que es probablemente la más sombría e incomprensible de las
pasiones humanas, con su pendular mecanismo desde el extremo amor al odio
extremo.
La obra está tan
hábilmente construida y arrebata de tal modo la atención que, a menos de que se
haga un frío y minucioso examen, no se nota la improbabilidad de muchos
elementos, las contradicciones en la psicología de los distintos personajes y
una incurable inconsistencia en la duración de la acción. Los críticos se han
esforzado en solucionar las distintas dificultades que presenta el drama. La
más grave de ellas es la brevedad de la acción: desde el desembarco de
Desdémona y de Otelo en Chipre hasta la catástrofe final solamente transcurren
treinta y seis horas, pese a que muchas circunstancias requieren que la acción
tenga un desarrollo más largo y dure al menos algunas semanas.
Se ha intentado conciliar
esa evidente incongruencia de varias maneras; por ejemplo, suponiendo que la
acusación de Yago contra Desdémona se refiere a una época anterior a su llegada
a Chipre, puesto que durante la estancia en Chipre no habría habido
materialmente tiempo para esos supuestos amoríos. Pero esta explicación se
opondría a lo que Yago dice de Desdémona; así, en el tercer acto (3,230 y
siguientes), la infidelidad de Desdémona se atribuye a un período posterior a
la pasión, sumamente reciente, que ella sintió hacia Otelo. Por consiguiente,
según las palabras de Yago, la infidelidad habría tenido lugar dentro de las
jornadas relatadas en el drama.
Se aprecian asimismo contradicciones en el carácter de Otelo y
en el de Desdémona, que no parece una mujer tan insensible como para no
advertir los celos de Otelo y cometer el error de interceder por Casio en el
momento más inoportuno. Más tarde, cuando ya se ha dado cuenta de los celos que
siente su marido, Desdémona no trata de descubrir el motivo y de tener
inmediatamente una explicación con él. También algunos personajes pueden
parecer algo ingenuos por dejarse manipular por Yago.
Pero
las incoherencias temporales y las contradicciones en la psicología de los
personajes, así como las disonancias entre los caracteres y su manera de obrar,
estaban en el orden del día en el teatro isabelino, que contaba con efectos de
perspectiva que inevitablemente implicaban deformaciones que no podían
apreciarse en la representación. Y precisamente en este aspecto este drama de
Shakespeare es quizás uno de los más lúcidos y clásicos del autor, lo cual
explica su éxito en el continente. Zaira, de Voltaire, en la que el personaje de Orosmane está
calcado de Otelo, es la primera adaptación francesa de la obra shakesperiana.
Tragedia
meridional por la pasión que constituye su argumento (sin que por este motivo
deba pretenderse, como hizo August von Schlegel, ver en el drama un intento de
estudio cultural y ambiental, según el cual Otelo vendría a ser la tragedia del
bárbaro mal asimilado), Otelo es la
pieza shakesperiana que con más frecuencia se ha representado en Italia, dando
lugar a interpretaciones famosas. En cambio, a la mentalidad inglesa y
puritana, el tema siempre ha parecido más bien repelente, y por ello, en época
contemporánea, el público siguió con morbosa atención la interpretación que el
actor afroamericano Paul Robeson hizo del personaje.
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