RESUMEN DE LA OBRA AMALIA, JOSE MARMOL
RESUMEN DE LA OBRA AMALIA, JOSE MARMOL

El poeta
argentino José Mármol, famoso por sus versos contra el tirano
Rosas, es el autor de esta popular novela romántica americana. Sin ser
propiamente una novela histórica, pues describe un ambiente contemporáneo del
autor (la ciudad de Buenos Aires durante el terror de 1840), se la considera
tal porque el autor mezcló en la acción narrativa una abundante, y quizá
excesiva, crónica de los sucesos políticos y militares contemporáneos, y
también por la gran sugestión que ejerce sobre el lector todo cuanto concierne
a la época de Rosas, eminentemente histórica por su dramatismo.
Amalia es así un idilio acabado
trágicamente y a la vez un cuadro político-social de la larga dictadura de
veinte años derribada en 1852. Empezó a publicarse en folletín del periódico
"La Semana" en 1851, en Montevideo, ciudad en donde vivió expatriado
el autor; la edición completa, con supresiones y muchos agregados de carácter
documental, apareció en Buenos Aires en 1855.
La acción
novelesca comienza la noche del 4 de mayo de 1840. Cinco hombres intentan huir
de Buenos Aires, para incorporarse al ejército libertador que se está formando
en la Banda Oriental. Una ballenera debe esperarlos; pero, engañados y
delatados por el guía, son asaltados por una partida de jinetes de la policía
de Rosas. De los cinco, cuatro caen muertos en la lucha; uno, Eduardo Belgrano,
alejándose del grupo, se defiende valientemente con la espada y cuando,
malherido, está a punto de ser degollado, lo salva la providencial llegada de
un nuevo personaje, Daniel Bello.

José Mármol
Éste
lleva al herido a casa de Amalia, prima de Daniel. Amalia, natural de Tucumán,
vive en una quinta apartada de la ciudad, cerca de la barranca donde se produjo
la tragedia. Tiene poco más de veinte años, es viuda, rica, hermosa,
inteligente y lee a Alphonse de Lamartine. Belgrano, sobrino del ilustre
general de la Independencia, es joven, apuesto, culto, y traduce versos
ingleses. Daniel Bello, también apuesto y elegante e hijo de un amigo de Rosas,
está relacionado con todas las personas allegadas al tirano, a quien aborrece,
pero del que se finge, para sus fines, adicto fervoroso. Espíritu travieso y
alma generosa, es el "deus ex-machina" de la intriga, el que mueve
todos los hilos y resuelve todas las dificultades, con astucia y valor
extraordinarios, sacrificando escrúpulos.
Entre
Amalia y Eduardo Belgrano, refugiado en la quinta, nace durante la
convalecencia un amor apasionado y puro. Descubierto el paradero de Eduardo por
la sagacidad de la cuñada de Rosas, María Josefa (mujer perversa que recibe las
delaciones de la servidumbre de la ciudad), empiezan las zozobras de los dos
amantes, a través de gran variedad de episodios en que el ingenio de Bello
consigue desviar momentáneamente las sospechas que se ciernen sobre Belgrano y
Amalia.
Los
sucesos imaginarios se mezclan con acontecimientos reales, los personajes
inventados con los históricos. Aparecen así el tirano y su círculo familiar, el
ministro Arana, de Relaciones Exteriores, la ya nombrada María Josefa Ezcurra,
el ministro inglés Mandeville, el sabio y abnegado médico Diego Alcorta, el
sanguinario comandante Cuitiño (fusilado después de la caída del tirano), o
Nicolás Mariño, gacetillero de Rosas y siniestro jefe del cuerpo de serenos, a
quien el novelista finge poseído de una torpe pasión por Amalia. Y otros personajes
como Salomón (bárbaro presidente de la Sociedad Popular Restauradora, más
conocida por la Mazorca), el jefe de policía
Victorica, y otros figuras de Buenos Aires y de Montevideo cuyo nombre está
vinculado a aquella época.
Especial
indulgencia muestra el autor por la bella hermana de Rosas, Agustina, joven
esposa del general Mansilla, y muy particularmente por la hija del tirano,
Manuelita. Ha sido el novelista uno de los que más han contribuido a rodearla
de la legendaria fama de bondad, sacrificada a los caprichos del padre, de que
ella goza todavía. Entre los personajes inventados, los principales son
Florencia, novia de Bello, y dos figuras de abultados rasgos cómicos: doña
Marcelina, una tercera, y don Cándido, viejo maestro de primeras letras, enfático
y miedoso.
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